*Cada persona es lo que hace con lo que hicieron de ella.

martes, 1 de junio de 2010

Entrevista a Teresa Meana Suárez

La saqué de la página de Liliana Hendel. Es un poco larga, pero vale muuucho la pena leerla. (Creo que lo q salió en la tapa de las 12 de algunos viernes atrás estaba un poco resumido.)

"Primero pensé que seria tonto dar una charla a unas feministas acerca del lenguaje. Luego -es que estoy espantada de cómo aquí dicen “nosotros” y hablan de si mismas diciendo uno-, dije sí, está muy bien…no es tan innecesario este taller.

El esquema dice que los fenómenos que produce el sexismo en la lengua son dos: uno es la invisibilidad, el silencio, la inexistencia, y el otro es el trato de menosprecio, a veces incluso de odio; el trato diferenciado como seres de segunda categoría, propiedad o dependiente de los hombres, subordinadas.

Fue importantísimo para mí el lenguaje en el tema de la violencia. Es decir, hubo que nombrar esa violencia para poder combatirla, para poder prevenirla. Hubo que ponerle nombre. Sabemos que hay violencia en muchísimos ámbitos, existe la violencia de la dictadura y de todas las personas desaparecidas (y lo saben muy bien ustedes). También podemos hablar de las guerras, de la violencia del fútbol, en el tránsito, hasta en los dibujos animados hay violencia. Pero hay una violencia específica, estructural, basada en la desigualdad, en la que el único factor de riesgo es ser mujer, en el que cien por cien de las víctimas son mujeres, y en el que el cien por cien de los agresores son varones, ya sea en casa o en la calle. Hubo que llamarla de alguna manera, había que llamarla por su nombre. Hubo que ponerle nombre para poder hablar. Se la llamó violencia de género o violencia contra las mujeres. No violencia domestica que te mete en el ámbito de la casa. Entonces con esto quiero decir que si no aparecíamos en el discurso, no se nos veía ni muertas.

Entonces, planteo siempre un enigma: ¿Cómo se puede ser padre sin tener hijos? (silencio, risas, murmullos)…TENIENDO HIJAS.

¿Saben que pasa? El lenguaje es igual que el patriarcado: impide ver que impide ver. Es algo que nunca ves, pero una vez que lo ves, ya siempre lo ves. Entonces, insisto que todas las que hoy dijeron nosotros, incluso el nosotros de las lesbianas, o todas las que hoy dijeron: “Cuando uno piensa, cuando uno dice, cuando uno...”. Después de cómo se puede ser padre sin tener hijos, siempre alguien te dice: “Bueno, si es hijos se entiende que son hijos e hijas”. Y yo digo que no se entiende. De eso vamos a hablar, de que no se entiende. Vamos a hablar de ese famoso masculino que en castellano, y en todas las lenguas que vienen del latín, italiano, portugués, se supone que a veces es específico de los varones, pero a veces es genérico. A veces incluye todo el mundo y otras veces…no.

Es esa anécdota que cuenta Montserrat Moreno en su libro ‘Cómo se enseña a ser niñas: el sexismo en la escuela’, que dice que hay una niña que siempre la llamaron niña, y piensa que es una niña. “Niña, ven; niña, siéntate; niña, cállate”. Entonces la maestra un día dice que los niños que terminaron el ejercicio pueden salir. Y la niña no se mueve. -“¿Pero porque no sales?” –“Pues porque usted dijo los niños”.
Otro día dice la maestra: a ver, levanten la mano los niños que se apuntan al fútbol. Ella levanta la mano, y la profesora dice que no, que dijo los niños. Y ella piensa: “Claro, dijo los niños”.
Desde ese momento estás preparada, ya sabes que a veces eres los niños, genérico. Pero a veces no eres, porque es específico de los varones. Yo digo que desde ahí arranca la famosa intuición femenina: es que te pasas toda la vida adivinando por el contexto. ¿Estarán hablando de mí? “Ciudadanos de Buenos Aires” ¿Estaré yo? Porque yo sé que si decían ciudadanía yo estaba, pero si dicen ciudadanos, no. O, el dermatólogo ese al que voy a ir ¿Será dermatóloga? A lo mejor lo quiero saber.

Bueno, eso pasa a partir de que hemos sido socializadas o socializados. Entonces quiero decir que ese frasquito es azul, amarillo, violeta, naranja, verde, lo digo o a lo mejor podría decir que es de colores. Pero si mejor quiero decir de qué colores es ¿Por qué no lo voy a decir? La lengua es tan amplia, es dúctil, es generosa, es maleable. Te permite decir lo que quieras y está ahí para nombrar.

Como bien sabrá la gente de psicología, pasa hasta los cinco, o seis años que se produce el proceso de socialización. Yo planteo un enigma que cuando tienen cinco, seis años lo contesta en el acto. A partir de esa edad, ya están como nosotras, ya no ven nada. Por ejemplo, hay una jirafa grande y una pequeña. La pequeña es hija de la grande, pero la grande no es madre de la pequeña. ¿Qué es? El padre. Bueno, si tuvieran cuatro años dirían que es el padre, pero ya si tienen 10, 11, es inútil. Cada vez que la llevas al hospital y la ausculta una mujer con bata blanca ella le dice la médica porque a esa edad le sale la lógica. Porque a esa edad has aprendido que hay hombres y mujeres. Luego en la segunda etapa te dicen que el masculino engloba al femenino con el efecto automático de dejar de ver a las mujeres.

Eso provoca además en niños y niñas, una diferencia terrible. Quiero decir, en los niños crea una sobre identidad lingüística fuerte que además les hace ser capaces de cualquier cosa sin valorar los riesgos. Son protagonistas de todos los ejemplos, están en todas las ilustraciones, ocupan todos los espacios, incluso en los carteles del aula. Y a las niñas se le genera una subidentidad lingüística débil, con las repercusiones que generan en los conceptos y en la autoestima de niños y niñas.

Cuando estudiamos lengua: de cantar, canté; hablar, hablé; de andar... anduve… Te dicen: “No se dice andé, se dice anduve, porque andar es irregular”. La norma la entendió, pero primero le salió la lógica. Bueno, es igual. Una compañera me dijo hace poco: “Tienes razón, porque vino mi hijo de cinco años del colegio, y dijo que la maestra dijo que había una reunión de padres, pero dijo los padres, de ti no dijo nada”.

Después de estos dos enigmas, un tercero, muy famoso. En España, lo pusimos en las salas de un montón de instituciones, y entre el 86 y el 92 por ciento del profesorado no lo acierta: Pérez tenía un hermano. El hermano de Pérez murió, pero ese que murió nunca tuvo hermanos. ¿Por qué? …Porque Pérez es una mujer.

Tras un apellido nadie ve jamás una mujer, es completamente imposible. Tú oyes Pérez y en tu cabeza se te va a formar la figura de Juan Pérez. Jamás Juana Pérez. Es imposible. Un apellido invisibiliza a la mujer. Tras un apellido solo ves un varón. Yo por eso odio las bibliografías. Odio leer el apellido y la inicial, porque como no tiene nombre yo pienso que son todos varones. Siempre digo que si leo Woolf ya sé que es Virginia, pero si no, todos son varones. Entonces a través de los enigmas es que trato de hacer ver de lo que vamos a hablar. Médico, médica, ya está admitido. Otras cosas no. Pero eso sí.

Una vez puse las noticias al mediodía y dice el presentador: “Buenas tardes, si usted llega ahora a casa y no encuentra a su mujer no se preocupe, han empezado las ofertas”. Ya vemos a quien es la persona a la que va destinado el noticiero. Otro es el de la publicidad que hace el diario El País sobre un anuario del siglo XX, y busca para hacerlo hitos del siglo XX y dice: “Desayune con Einstein, suba al Everest, y por la noche, acuéstese con Marilyn”. Son hitos del siglo XX: Marilyn Monroe, la cima de Everest,…aclaro no era para lesbianas. Ya saben para quien iba destinada la publicidad.

Y el tercero es una cosa del diccionario. El diccionario es fascinante. Hace dos meses salió una revisión, puesta al día, del diccionario de la Real Academia Española con palabras como piercing. Y sin embargo, busca huérfano/a: a quien le falta el padre o la madre, o sólo uno de los dos, preferiblemente el padre. Cuando lo cuento no me lo cree nadie. Y se lo tuve que poner adelante a varios compañeros y compañeras. Es muy divertido buscar femeninos y masculinos, y registrar las sutilezas.

Aquí hice este libro, basado en muchos manuales: ‘Las primeras instrucciones para un uso no sexista del castellano’, que en concreto surgen en el ‘86. Este es del 2002, y se basa en muchos muy buenos. De hecho hay uno que se puede bajar de internet ‘nombra.en.red’ que te da las alternativas para escribir muchas cosas, por ejemplo, si no quieres poner: “En la prehistoria el hombre vivía en cuevas”. Pues te da: “La humanidad vivía en cuevas/ Las personas/. Los seres humanos”. O “Vivíamos en cuevas. Se vivía en cuevas”. Hay muchas.

Yo busqué cuatro frases, que además son de varones, para que digas lo que quieres decir: La primera es de Aldo Huxley que dice: “Las palabras tienen poderes mágicos”. Es falso, pero esa falsedad tiene algo importante. Las palabras tienen un efecto mágico, aunque no en el sentido que supone sobre los magos y las brujas y los objetos hechizados. No, las palabras son mágicas por la forma en la que influyen en la mente de quien las usa.

La otra es de Álvaro García Messeguer, y lo destaco porque hay pocos varones; yo creo que los contamos con los dedos, a los que les debemos tanto en esto del sexismo en el lenguaje. Él era ingeniero de caminos y puertos, fue profesor en investigaciones científicas. Creo que tenía una compañera feminista. Se apasionó por el tema del sexismo en el lenguaje y su primer libro se llamó ‘Lenguaje y discriminación sexual’. Esta frase es de ahí: “Las palabras encajan como cerezas en nuestra mente y prefigura muchas de nuestras ideas. En el fondo, como decía Heidegger, no somos nosotros quienes hablamos a través del lenguaje, sino el lenguaje que habla a través de nosotros”.

La tercera es una anécdota escolar real. La alumna dice: “Maestra, ¿cómo se forma el femenino?”. Y dice la maestra: “Partiendo del masculino. La o se cambia por una a”. Y la alumna dice: “Maestra, ¿y el masculino como se forma?”. Y la maestra dice: “El masculino no se forma. Existe”.

Y la última que es buenísima es de Lewis Carroll en ‘Alicia a través del espejo’. Alicia está con Humpty Dumpty, con el huevo duro y le dice: “Cuando yo digo una palabra, quiere decir lo que yo quiero que diga, ni más ni menos. La cuestión es –insistió Alicia- si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. La cuestión –tajó Humpty Dumpty – es saber quién manda”. Es decir, quien tiene el poder tiene las palabras, quien tiene las palabras tiene el poder. Igual que sabemos de dónde viene la palabra coger. De los españoles que decían: “Tú coge aquella, tu coge ésta”.

Con esta brevísima introducción hablamos ya de la importancia de la lengua. La lengua es el medio por el cual se nos socializa, el medio a través del cual aprendemos todo. Una lengua refleja una determinada concepción del mundo, una forma para realizar el pensamiento y una manera de representar la realidad. A través del lenguaje lo aprendemos todo y a través del lenguaje se nos socializa. Voy a detenerme en dos cosas de la lengua, solo dos: el lenguaje no es un hecho biológico, no es algo natural, es algo adquirido, una adquisición cultural. Esto es importante porque todo lo que es adquirido, es modificable por la voluntad. Todas las personas de la tierra tenemos los medios para hablar, casi todos, si no tenemos un problema físico, nacemos con todo lo adecuado para poder hablar, y hablamos en la Tierra más de 6 mil lenguas diferentes. Se nos recibe, al nacer con palabras, se nos dicen cosas que no entendemos, pero es la manera de recibirnos en este universo.

Hablamos esa primera lengua que llamamos lengua materna, pero hablamos por imitación. Si hubieran nacido dos niñitas gemelas y a una la separan y la crían en Pekín y a la otra en Lima, la de Pekín va a hablar mandarín y la de Lima castellano. Todo lenguaje es modificable y se debe modificar, y aquí viene la segunda idea.

La lengua está viva. No hay nada más inherente a la lengua que el cambio. Es un cuerpo vivo en evolución constante. Las únicas lenguas que no se mueven se llaman lenguas muertas. Todas las que estamos aquí sabemos palabras que hace un año no sabíamos, por ejemplo, en el terreno de la informática. Yo siempre digo, cuando se llegó a la luna no había palabra e inventaron alunizar. Por desgracia se tuvo que poner nombre a una enfermedad que antes no existía con las siglas de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, se creó la palabra SIDA. Es decir, las palabras se crean continuamente, a diario. Entonces, ¿Cómo no va a tener la lengua recursos, herramientas para nombrar las nuevas situaciones de las mujeres?. Primero, para visibilizarla, y luego para nombrar profesiones que antes no las tenían porque las mujeres no los ocupaban.

Estas son las dos ideas: la lengua está viva y permite los cambios y hasta los exige, y luego que el lenguaje no es un hecho biológico, se adquiere".

El feminismo y el lenguaje

"Siempre cuento que en el feminismo también tardamos en darnos cuenta que éramos invisibles para la lengua. Estaba en la universidad, durante la dictadura, en el año ‘76, y era una asamblea de esas de miles y miles y pedías la palabra y te llamaban por un número. Entonces, lo que iba a decir para cuando me dijeran mi número ya había pasado, que hablar en público era un problema. Yo oía que mis compañeros repetían lo mismo que el anterior, tan contentos de escucharse a sí mismos. Luego leía a Virginia Woolf: “En todas las bibliotecas del mundo se escucha a los hombres hablando y siempre de sí mismos”. Un día, en una de esas asambleas, había mucho lío y uno dijo: “¿Esta es una asamblea o qué cojones es?”. Y otro dijo: “Cuidado con las palabras que hay señoritas”. Entonces una amiga mía que tenía la palabra dijo: “Yo solo quiero decir una cosa: cojones”. Y se sentó. Eso a mí me encantó. De repente nos había devuelto a todas, todas las palabras. Ya no éramos señoritas, éramos personas como ellos con derecho a todas las palabras. En ese proceso, desde el 70 y pico hasta ahora, aprendimos muchas cosas. Aprendimos que no podemos hablar un lenguaje que va contra nosotras mismas. Aprendimos a no hablar el único lenguaje que se nos ofrecía, que era el masculino y no hablarlo era aceptar el silencio.

Y a finales de los ‘80 empezamos a darnos cuenta que la lengua era un obstáculo, porque lo que no se nombra no existe, porque no nos pueden decir que vamos a esperar a que cambie la realidad para que cambie la lengua, porque nunca cambiará la realidad. No solo porque a través del lenguaje aprendemos nuestra ocultación y nuestro lugar en el mundo, sino porque nuestros logros y nuestros avances no aparecen en la lengua, ni siquiera somos conscientes de ellos.

Todo el mundo sabe que lo que no se nombra no existe. Los medios de comunicación ya no son un reflejo, son una lente de aumento. Entonces, nos dicen, la lengua tiene un valor de cambio, el valor que le da la sociedad: si la sociedad es clasista, la lengua también. Entonces cuando cambie la sociedad va a cambiar la lengua. No, porque entonces no va a cambiar. Hay una incidencia en la lengua. La primera vez que llegas a casa eres una niña pequeña o un niño, todo sucio y te dicen: “Mira cómo vas, pareces una gitana”. Hasta allí, tú no sabías que era una gitana. Y luego que las gitanas son sucias, o por lo menos eso te acaban de decir.

Del racismo hay algunas palabras que llaman la atención porque todo lo negro es malo: la magia negra es mala, la magia blanca está bien. Y ser la oveja negra de la familia, y que te apunten en la lista negra y el mercado negro que es el ilegal, el clandestino. Y el mercado negro que es el del narcotráfico. Y yo aprendí aquí en Latinoamérica lo que significa la palabra denigrar, nunca me imaginé que significaba. Y, ¿Qué me dicen del dinero que cuando se hace legal se blanquea? Blanqueo de capitales.

Si yo digo en clase, al estudiar el romanticismo, que también había escritoras románticas no me vale con solo decir eso, ni nombrarlas, tengo que contarlo. Y como en la universidad nadie me lo enseñó, tengo que ir a los estudios que las feministas hicieron para incorporarlas. Si hablo de lo trovadores digo que también había trovadoras porque las hubo. Si yo digo sociedades de recolectores y cazadores, no es claro. Eran sociedades agrícolas. Siempre digo que yo no sé si el hombre inventó la rueda, pero yo sé que el hombre no descubrió la agricultura. Si lo digo así es la misma lengua que me obliga a nombrar: los inventos, los quehaceres, los adelantos de las recolectoras en jardinería, agricultura, botánica. Es decir, es la misma lengua la que me obliga a ponerlas en el centro y nombrar todo lo que hicieron. En España, por ejemplo, las asociaciones se llaman Asociaciones de padres, y solo iban las madres. Pero ahora se llaman Asociaciones de padres y madres. Ahora van muchos padres, claro que no tanto como madres".

Androcentrismo y sexismo

"Son la misma cara de una moneda. Androcentrismo, lo dice la misma palabra. Andro, varón en griego. En el centro. Es el estudio, el enfoque de todas las investigaciones, todos los estudios desde una única perspectiva: la del sexo masculino. Supone considerar a los hombres, el centro, la medida de todas las cosas. Y en una sociedad masculina los varones son el sujeto de referencia, y las mujeres son subordinadas o dependiente de ellos.

Ejemplo típico, una exposición que circula por España que se llama ‘Las edades del hombre’. Si en las edades del hombre se estaban tratando de referir a la evolución de la humanidad, entonces nos están invisibilizando. Si no querían, nos están excluyendo. O invisibles o excluidas. Eso es androcentrismo.

El sexismo es la asignación de valores, de capacidades diferentes a mujeres y a hombres exclusivamente en función del sexo, desvalorizando lo que hacemos las mujeres comparado con lo que hacen los varones que es lo que tiene importancia, lo que está bien. Es sexismo el conjunto de métodos que se emplean en una sociedad androcéntrica y que determinan la condición de subordinación, de inferioridad o de explotación de las mujeres.

Dice Eulalia Lledó: “El sexismo es fundamentalmente una actitud que se caracteriza por el menosprecio y la desvalorización de lo que hacemos las mujeres. El androcentrismo, en contraste con el sexismo, no es tanto una actitud como un punto de vista. Consiste fundamentalmente en una parcial visión del mundo de que lo que han hecho los hombres es lo que ha hecho la humanidad o que la humanidad la hicieron solo los hombres. Es pensar que lo que es bueno para los hombres es lo bueno para la humanidad, y que la experiencia masculina incluye y es la medida de las experiencias humanas”. No es cierto que los vocablos masculinos incluyan a las mujeres, es un hecho que las excluyen. Son universales porque lo masculino se erige en medida de lo humano. Eso pasa con todo.

Tengo una frase, que me encanta decir de Beauvoir: “Lo estrictamente humano, resulta ser masculino. Hay dos clases de seres: las mujeres y las personas. Y cuando las mujeres pretenden ser personas entonces se las tilda de masculinas”. Es decir eso es lo que yo diría para resumir que: el androcentrismo y el sexismo son la historia de una ausencia, las mujeres no estamos".

Un ejemplo de androcentrismo

"En Valencia en concreto, donde yo vivo ahora, existe el verdadero monumento al androcentrismo y solo tiene cuatro años. Se llama El Museo de la Ciencia. Hay una sala con 50 figuras humanas: 49 varones y Marie Curie. Además siempre que llamo a Marie Curie la tengo que llamar por el apellido del marido, porque si la llamo Marie Skłodowska, es el del padre, así que, que más me da. El de la madre ¿Lo sabe alguien? A Marie Curie la tuvieron que poner, porque de todas las personas en el mundo es la que tiene dos premios Nobel. Y, claro, les pareció que la tenían que poner.

En ‘El otro lado de la ciencia’ dice: “Nuestras antepasadas aprendieron a preparar barro, a hornear cerámica y la química de los esmaltes. Con el tiempo esa alfarería se convirtió en las forjas de la Edad de Hierro. En la época de Cromañón, las mujeres ya fabricaban joyería y cosméticos que son el origen de la química. Como todos sabemos, las mujeres siempre han sido curanderas, cirujanas, parteras. Esa es un de las razones por las que las quemaban en la hoguera. Como recolectoras aprendieron las propiedades medicinales de las plantas, a mezclar las sustancias. Gracias a que experimentaban y observaban vieron qué hierbas eran un tratamiento efectivos para ciertas enfermedades”.

Veamos de las que tenemos nombres: tenemos el primer tratado de anatomía que lo escribió una mujer árabe 322 A.C., Aspasia de Mileto, maestra de Sócrates, compañera de Pericles.

Cleopatra, que nadie la conoce más que por los amores con Marco Antonio y Julio César, creó un tratado de ginecología y obstetricia.

La única, cuya vida y obra están documentadas es Hipatia de Alejandría. Ella creció en Alejandría en el culto alejandrino en el 370 junto con otras científicas, como Cleopatra. Fue una de las primeras alquimistas, con María la Hebrea (por quien se llamó el baño María a esa forma de cocción) y había dejado su huella. Los libros de Hipatia eran volúmenes de aritmética, astronomía, de movimiento de objetos celestes.

Y luego tenemos seis premios Nóbel de Medicina, un montón en Física y Química. Dicen que la mente de las mujeres no es para las matemáticas. Nombremos tres: a Hipatia, a Sophie Germain en 1776 que al estudiar usó las matemáticas porque no la dejaban acceder a la educación, y Sonia Kovaleski en 1850, por ejemplo, que recibe el más alto premio de la Academia de Ciencias Francesas por su trabajo de la rotación de un sólido fijo, que no sé lo que es, pero debe ser dificilísimo. Conclusión, todo esto, en el Museo de la Ciencia de Valencia, no está. Solo hay 49 varones y Marie Curie. Eso es androcentrismo".

“El problema no está en la lengua, está en cierta intelectualidad”

"Ahora vamos a ver como se ve el androcentrismo en la lengua. Primero, todas producimos prácticas lingüísticas sexistas que contribuyen a la discriminación de las mujeres. La otra, está partida en dos. Los dos fenómenos que producen sexismo un la lengua: Uno es la invisibilidad, el silencio, que se consigue a través de tres mecanismos, que son la utilización del masculino como un supuesto genérico, la utilización de la palabra hombre como un genérico y el salto semántico.

Y la parte segunda es el trato de menosprecio, de odio, es el trato diferenciado que se les da a las mujeres. El problema no está en la lengua, el problema está en ciertas academias, cierta intelectualidad, ciertos escritores varones que yo conozco que sienten que la lengua está sentada, con ellos, a la derecha de dios padre.

Entonces, toda lengua es sexista. Pero las manifestaciones no son todas iguales. No todas las lenguas tienen ese masculino que a veces es específico y a veces es genérico. Lo tenemos todas las lenguas románicas, las que vienen del latín. Pero podemos ver el inglés. Si yo digo: “My friend”, nadie sabe si es mi amigo o mi amiga. Si digo: “Children”, pude haber dicho niño o niña. Pero esta la lista de palabras que terminan en –man: milkman, lechero; mailman, cartero; barman, cameraman. Ahora, si hoy vas a Londres ya empieza a ser barperson o bartender.

Pero de las otras: gobernante: que rige los designios de un país. Gobernanta: que dirige la planta de un hotel. Verdulero: hombre que vende verduras. Verdulera: mujer ordinaria, grosera, vulgar.

Vacíos léxicos, no tienen femenino ni masculino. Que no tienen femenino, son virtudes: caballerosidad, hombría de bien. Que no tienen masculino: arpía, víbora, lagarta. Del diccionario: yo busco para el aula un diccionario que esté lo mejor posible, entonces encontré uno que en la primera página decía: “Hemos intentado eliminar de este diccionario todo tipo de contaminación ideológica sexista”. Lo ponía. Siempre empiezo buscando hombre y mujer.

Hombre, 131 líneas, Mujer, 8. Pero, hay mucho hombre de bien, hombre de honor. Así que vamos a ir a la calidad, más que a la cantidad. Hombre: acepción una, individuo de la especie humana. Mujer: acepción una, persona de sexo femenino. Bueno, ya no somos de la especie humana. Hombre; acepción dos, persona de sexo masculino. Al fin, la simetría es imprescindible en lengua, por eso se aplica.

Tercer punto de hombre: adulto. Segundo de mujer: adulto femenino, la que dejó de ser niña. Pero habían intentado de eliminar de este diccionario todo tipo de contaminación ideológica tipo sexista. Esto es tal cual.

Disimetría en los tratamientos: tenemos el ejemplo de la palabra señorita. Existe señorita, y existe esa imagen del señorito, pero a mí en ningún momento de mi vida nadie me presentó al señorito Juan. En nuestro caso antes era si estabas soltera: soltera -señorita, si estabas casada -señora. Ahora que con suerte a casi nadie le importa el estado civil, es según si son jóvenes, según la edad, es el trato maternalista, diferenciado. Zorro/a, hombre publico/mujer publica…y tantísimos.

Los estereotipos sexistas: el coche de papá, la aspiradora de mamá. Está eso de los hombres de: “ya te saco la basura”, pero no es mía la basura. “Yo te lavo los platos”, y parece que son tuyos los platos y que los manchaste tú sola.

En los refranes, hay cosas terribles, como la de “a la mujer y a la burra cada día una zurra”. Y desde luego a mí, me decían las monjas: “Mujer que sabe latín, ni tiene marido ni tiene buen fin”. Y acertaron totalmente".

La negativa a feminizar los cargos y profesiones

"Esto es increíble. El hecho de que a algunas personas les resulten extraños algunos términos, no es porque sean incorrectos, es por la inexistencia hasta el momento de mujeres que ocupasen esos cargos o profesiones. El uso nos lo hace cercano. Yo decía antes que cómo no iba a tener herramientas la lengua Las lenguas son amplias, dúctiles, generosas, manejables. Pero también son un producto social y por ese producto social aprendemos. En castellano el género gramatical se forma de tres maneras: una, cambiando la terminación, cambiando el determinante, y algunas cambiando el léxico entero. Entonces, de esa manera se forma y no hay ningún problema. Una palabra que en España se utiliza muchísimo es dependientas, que son las mujeres que trabajan en los comercios y los hombres se llaman dependientes. Dependiente es una palabra muy variable, se la usa como adjetivo o como adverbio. Cuando las mujeres invadieron el comercio se creó sin ningún problema la palabra dependienta, o asistenta, o sastra.

¡La que se armó con presidenta! porque para actividades de prestigio cuesta mucho más. Hasta que hubo una mujer que presidió dos veces. Y el proceso de feminización es imparable. Yo soy profesora, profesor termina en r. Acaba de llegar Ángela Merkel al país y todos diciendo la canciller. Será la cancillera. Igual que profesor – profesora. (En la Argentina no se usa ni dependienta ni sastra).

Lo contrario pasa con una palabra que antes era muy femenina como modista. Cuando los hombres lo ocuparon crearon modisto y no pasó nada. Tranquilamente existe modisto y no hubo ningún problema,

Javier Marías, un escritor que además es académico de la lengua, cada tres meses decide escribir acerca del lenguaje, y entonces siempre dice: “El feminismo, movimiento por el que no solo siento respeto sino abierta admiración… No podemos decir jueza porque tampoco decimos juezo”. Yo le digo –“Pero tampoco decimos andaluzo”. Él también dice que va a ser periodisto, novelisto y persono… yo le ponía, al final de la carta: “Para las obsesiones, nada mejor que acudir al psiquiatro” Todo el que estudia lengua sabe que el género gramatical lingüístico es algo arbitrario. Es una convención que llamamos accidente gramatical. No hay razón para que sea el lavarropas y la lavavajilla, pero cuando nos referimos a objetos sexuados la relación entre el género gramatical y el sexo es total.

Yo digo: “La jirafa es un mamífero, por eso amamanta a sus crías”, y: “El coyote es un mamífero, por eso amamanta a sus crías”.
Entonces yo le digo a este escritor que si yo me rompo un miembro, no el miembro que ellos tienen, me puedo romper una pierna, un brazo. Pero yo como mujer puedo ser miembra de lo que me dé la gana. Si quiero decir miembra la lengua no sufre nada. Si se puede hacer sastra, dependienta, se puede usar presidenta y todas las que hagan falta. Los obstáculos, las objeciones, nunca se sostienen en elementos estrictamente lingüísticos. Siempre se está hablando de otra cosa. Las trabas siempre son ideológicas.

Otro argumento: nos dicen que hay palabras que ya están ocupadas .Hay 92 ejemplos de oficios que en masculino se pueden llegar a confundir y nadie veta su uso: el basurero: el lugar y el hombre que trabaja ahí. Casero: hecho en casa y que trabaja de casero. Sereno... Estadístico: es un adjetivo y es una profesión. Y si digo que tengo un amigo frutero, ¿Alguien se imagina que tengo un amigo de porcelana blanca? Saben que es un hombre que trabaja en una frutería.

El salto semántico es sin duda de lo que más plagado está el idioma. Es impresionante. Quizás sea el mecanismo a través del cual más evidente se hace la invisibilización de las mujeres. El salto semántico es un error lingüístico, produce un fallo en la comunicación.

Esta frase de un libro de estudio de historia de un instituto dice: “Todo el pueblo bajó al río a recibirles dejando en la aldea solo las mujeres y los niños”. ¿Cómo va a bajar todo el pueblo si se quedaron en la aldea mujeres y niños? Bajaron los varones. Eso es un salto semántico. Iniciar un enunciado, una parte con un supuesto genérico para descubrir a continuación que solo se refería a varones. Está plagado de esto nuestro idioma".

El derecho a nombrar

"Uno de los argumentos que se nos dice siempre: la economía del lenguaje. Se dice que el lenguaje reposa en tres partes: una es la economía, otra es la belleza y otra es la corrección. Si yo tengo niños y niñas no estoy repitiendo. Repitiendo sería si yo dijera niños y niños o niñas y niñas. Repetir es hacer una copia y yo nombro magnitudes distintas. Un texto requiere precisión, no tiene que haber ambigüedades.

Cuando leí el texto, de la prensa rosa, de cómo era el vestido blanco con el que se casó Leticia con el príncipe de España, jamás pensé que el blanco podía tener todas esas posibilidades. Era blanco crudo roto con iridiscencias, marfil y champagne blanco. Y a nadie le pareció terrible.

Yo sé que esto no lo tengo que repetir entre feministas, pero si entendemos lo importante que es, podemos contagiar la pasión por un tema fundamental, el de nombrar. La lengua lo que tiene que hacer es nombrar porque sino se nombra no existe, y ese es uno de los derechos fundamentales, el derecho a la existencia. El derecho a que tu existencia quede reflejada en la lengua. Defender una norma de respeto frente a la norma de exclusión porque además un cambio en la lengua nunca puede ser algo formal. La lengua es significante y significado, expresión y contenido, forma y sustancia. Si lo entendemos debemos dejar de decir ‘nosotros’, ‘uno’ y empezar a nombrar a las mujeres en todos los sitios donde estén, porque si quieres nombrar a las mujeres vas a encontrar la manera.

Nos vamos a equivocar muchas veces. En el lenguaje oral siempre puedes volver, en el escrito hay muchas opciones. Si quedan las mujeres estereotipadas, invisibilidades, maltratadas en tus palabras, cámbialas, porque el mejor remedio para un lenguaje inadecuado es la construcción de un lenguaje mejor".


Nosotras, una

"Hay cosas de las que estoy espantadas: de cómo ustedes en Argentina dicen ‘nosotros’: “Pero nosotros las lesbianas, las feministas”. Y luego otra cosa que pasa mucho acá, es que son mucho más creativas para los neologismos, para feminizar las palabras. Por ejemplo, para hacer tranquilamente lidereza, que en España es mucho más difícil.

Pero acá el uno: “uno piensa”. Pero ¿Cómo va a pensar uno? Una piensa. Porque como una es una. Lo digo porque realmente me asombró. Y luego el ‘nosotros’, cuando es exclusivamente de mujeres, no es nosotros. En castellano nos dicen que aunque haya 500 mujeres y un varón, se usa el masculino".

Violencia de género

"Los medios de comunicación suelen decir: “Ella lo había dejado hace dos meses y había formado una nueva pareja. Él, no lo soportó. No aguantó los celos y asesinó de una puñalada al hombre. La mujer lo rechazaba”. Y fíjate como la mujer aparece siempre como el factor negativo, primero por haberlo abandonado y después por haberlo rechazado. Con lo cual el victimario, se convierte en víctima.
Si, porque la culpan a ella quién fue la que lo dejó y se fue con el otro.

En el diario apareció una vez una pancarta de una manifestación un 25 de noviembre que decía: “Suicídate antes”. Porque primero las matan y luego se suicidan. Un poco fuerte, pero bueno. Unas jóvenes militantes decididas…

Con el tema del aborto, la iglesia sacó una campaña, porque hay otra campaña para proteger al lince ibérico. El lince ibérico está en peligro de extinción. Entonces la iglesia ha sacado al lince y ha puesto al bebé pero ya de seis meses, grande, hermoso. El del aborto siempre es un bebé ideal. El bebé y el lince. Y decía que se protege al lince pero no al niño. Entonces estas jóvenes hicieron una pancarta que decía: “Los curas no pueden follarse al lince, pero sí al niño”.

Ahora, con el nombre de la violencia, al llamarlo violencia de género, a mí al principio tampoco me gustaba. Pero como salió un día Alfredo Urdaci en la televisión donde estaba diciendo: “Un nuevo caso de violencia de género, aunque en este caso la víctima es un hombre...”, y yo ya pensaba: “Acá empezamos”. ¿De qué género? De género masculino, y ahí me gustaba más decir violencia contra las mujeres. Pero apareció la Real Academia y dijo que género era un anglicismo, que no existía, que para la lengua castellana género es la especie de cosas.

Y la Real Academia ignora olímpicamente los años de teoría feminista sobre el género. En cambio, la teoría marxista sobre la clase reconoce clase. Y clase también es el aula, también son un montón de cosas. Y a la teoría marxista la Academia la reconoce, pero a la teoría feminista no. Entonces empecé a pensar que me gustaba violencia de género. Violencia contra las mujeres me gusta más, pero a la Academia violencia de género no le gusta, por algo será.

En España hubo otro caso que fue increíble. A un futbolista del Barcelona, Alexanco, hace un par de años lo acusaron de la violación de una camarera de un hotel en Holanda, donde estaba el Barca. Entonces, cuando una mujer denuncia yo le creo, de mano. Él lo negó. Y vamos a creer que no sabemos la verdad. Él lo negó y su mujer salió de su brazo apoyándole. La próxima vez que salió a la cancha, 40 mil gargantas gritaban: “Macho, macho”. Esos 40 mil no son violadores, pero esa es la complicidad masculina que muchos varones tienen que cortar ya".