*Cada persona es lo que hace con lo que hicieron de ella.

domingo, 16 de octubre de 2011

Desatornillando

Silvio buscaba.
Buscaba pequeños espacios de tierra firme para amarrarse. (Esos espacios podían ser personas/personajes, lugares, objetos, ideas...) Cada vez que encontraba alguno, se sentía feliz. Para él la felicidad era eso, era ir viéndose cuando encontraba esos tornillos.

Pero eso duraba poco.

Después de un tiempo (de pseudo-ceguera, de negación quizás), Silvo empezaba a ver cómo los tornillos se aflojaban (a veces se aflojaban en serio, otras, simplemente, él empezaba a detectar su movimiento). Y en esos momentos... CRISIS! EL HORROR! Silvio corría rápido rápido a buscar otro tornillo.

Si no encontraba otro pronto, se quedaba con el anterior, peleándose, enojándose porque no era tan firme como él había creído.

Entonces Silvio vivía en crisis, enojado, o en una felicidad que duraba muy poco, y que, -el sabía-, su fin era inminente.

Quizás Silvio necesitaba darse cuenta que todos los tornillos se mueven (sean ideas, ideologías, objetos, personas). Nunca nada está tan bien atornillado.
Y que no por agarrarse más fuerte los tornillos se van a dejar de mover.

Habrá, entonces, que dejar de esperar su quietud. Habrá entonces, que dejar de agarrarse de esa forma (con esas expectativas).

Habrá que quererlos así, habrá que aprender a ver su movimiento como un baile, y no como un signo de fragilidad.

Habrá que ver a Silvio también como un tornillo bailarín, del que seguro otrxs se han querido amarrar, y se habrán enojado también con él por ello.

Habrá que dejar de buscar seguridades, apoyos, y tornillos bien atornillados, y entender que todos estamos medio-bailando.
Ah, y lo más difícil: poder disfrutarlo.

lunes, 3 de octubre de 2011

y recordalo, flor: querer querer no es querer
y no querer querer, no es no querer.